Donde todos leen y escriben sus propios cuentos...



El Tormento

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El Tormento
por Andrés Manrique


En algún lugar entre la sombra de la puerta y el reguero de papeles estaba la rata que me había atormentado toda la noche. Era enorme, lo supe, no por que la hubiera visto, sino por que la sentí pisándome los pies, y su peso los puso juntos. Sin embargo no grité, quise hacerme el dormido, y me quedé viendo para el frente. Luego vi su sombra, y después su larga y gruesa cola me rozó la frente, pero yo ni me inmuté. –Estás haciendo un gran trabajo- me dije –si el coronel te estuviera viendo, se tragaría sus palabras- y seguí viendo para el frente. Entonces sentí el primer mordisco. Estuve a punto de sucumbir ante el dolor, lo acepto; pero logré mantenerme firme, con la mirada al frente. Y el dolor era mucho, pero no me inquietaba más que la novedad de esa sensación: la humedad, cuánto la había extrañado, y no se sentía tan incómoda como yo la había esperado, y el calor de mi sangre me pareció casi reconfortante. Esperaba no ahogarme con ella antes de sentir que había sobrevivido al tormento.

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Autor: Andrés Manrique
Género: N/A
E-Mail: andresmanrique04@aol.com
WEB: N/A


Caras Conocidas

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Caras Conocidas
Por Martín Mana


Tratando pero sin recordar ni comprender qué le había pasado, la pregunta del prepotente abogado lo sorprendió y sacó de contexto, si es que tenía alguno. No supo qué responder, era una pregunta extraña, poco habitual. Parecía más un reto que una pregunta, una reflexión de algo del pasado. No podía comprender ni imaginarse nada de lo que sucedía. Despegó su mirada de los filosos ojos que lo cuestionaban, tardó en enfocar al lejano y extenso jurado. Y se encontró con rostros conocidos e intentó recordarlos pero no pudo. Le dolía mucho la cabeza, y estaba muy mareado para tratar de rellenar espacios que lo ayudasen a entender algo. No sabía dónde se encontraba ni por qué. Menos podía comprender las extrañas preguntas que los abogados le disparaban. Desde todos los flancos, sin piedad, una tras otra como dardos con veneno disparados con fuerza y bronca; dardos que decían preguntas; preguntas que decían mucho más que lo que estaba entre signos de interrogación.
Después de extensos cuestionarios, interrogatorios; cuestionarios e interrogatorios, el dolor de cabeza fue cediendo y sus ojos hinchados recuperaron un poco más su visión.
Volvió a mirar a su derecha. Las formas en el jurado que habían captado su atención, dejaron de ser familiares para ser completamente reconocibles. Ahora era todo más confuso, más extraño. Cada vez estaba más lejos de entender lo que sucedía. Todo era muy inusual, completamente irracional.

/////////////// Todo era nada, y dentro de él, la nada era todo.

Reconoció en el jurado a su madre, sus hermanos mayores, su padre, abuelos, tías, tíos, amigos, todos estaban presentes tomando nota de cada respuesta que daba.
La cabeza le daba vueltas. Y más vueltas. Y de repente, algo en su cabeza hizo un click.
Justo cuando comenzaba a recordar cómo ocurrió el accidente, el inoportuno abogado lo interrumpió, ayudándolo a comprender.
¿Usted cree realmente que se merece el cielo?

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Autor: Martín Mana
Genero de la Obra: Micro-Cuento
E-Mail: martinmana@hotmail.com
Web: N/A


Ego freudiano

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Ego freudiano
Por Camila Cerón


Lo lamía parafernálicamente, sin ninguna decencia. Sus manos recorrían toda su suave superficie. En un arranque de pasión desenfrenada, lo mordió, casi arrancándole un pedazo.

¡Dulce intoxicación!

Las otras personas, más preocupadas de alcanzar el último metro, pasaban con las mismas caras cansadas de siempre.

La mujer entregábase a sus más bajas pasiones. Alguna otra, la miró con envidia notoria. No podían hacer lo mismo o la culpa rondaría sus cabezas.

Lentamente, llegó al éxtasis. ¡Qué observaran, no importaba!

Había terminado, mas no se daba por satisfecha¿

Así que del bolsillo, sacó otra barra de chocolate y continuó comiéndola.

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Autora: Camila Cerón
Genero de la Obra: Micro-Cuento
E-Mail: labellezadelabestia@hotmail.com
Web: http://esoesinsano.blogspot.com/


Miradas

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Miradas
Por Paula Infante

Recuerdo su mirada: deseo, locura. Recuerdo la mía: miedo.
Caminé por el mustio sendero junto al pozo. Sí, aquel pozo que me daba esperanza de la vida, aunque tuviese que recorrer kilómetros para encontrarlo.
Tome la soga y comencé a bajar lentamente el balde. Siempre lo hacia así, era un instante en que todo era mío, en que era plena, plena como la divinidad de una madre con su hijo. Fue ahí cuando todo acabó.
Con sutileza brutal caí al pasto, aquel pasto muerto pero vivo en mi. El cielo se tornó gris, y el viento dejo de ser suave. Su respiración agitada y su mirada me intimidaron rápidamente. Intente dar un grito desesperado, pero no pude. Su mirada era demasiado profunda, que solo callé y le mire con la misma intensidad. Me soltó. Me miro despavorido y salió corriendo.


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Autora: Paula Infante
Genero de la Obra: Micro-Cuento
E-Mail:
martina.responde.sus.dudas@gmail.com
Web: www.fotolog.net/_mala_persona_


La belleza me asquea

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+*+La belleza me asquea+*+ 
Por The Romy Stripes


Si demonios les soy sincera, la belleza me asquea,
lo que mis ojos ven se distorciona,
pieles imperfectas, ojos dosorbitados,
manos lacrimogenas, olor a cuervo,
una hermosa pintura de la realidad.

Que hermosa es la putrefaccion del ser,
olor a parafina con amoniaco, mi placer,
tengo los ojos cerrados, odio ser,
a mi mentalidad ya programada,
le cuesta embellecer,
palpito de carnes agusanadas,
una boca algo vomitada.

A mi corazon humano le cuesta querer,
pero al humano mas le cuesta oler,
la cavidad vaginal con materia,
una pene envuelto en gonorrea.

Esta ahi, escondiendo su real belleza,
el perfume camuflando el olor a fecas,
sus ropas que envuelven la morbidez,
porque la gente insiste en oculta su ser?

Ahi turbia su mente, su sexualidad,
el orgasmo de amar la putrefaccion anal,
porque seguir escondiendo mi humanidad,
dejare de bañarme, de remojar mi piel,
que de aqui en adelante,
salga la belleza de mi ser.

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Autor: The Romy Stripes
Genero de la Obra: Poema
E-Mail: theromystripes@gmail.com
Web:
http://www.romy.co.nr/


El chico tres piernas

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El chico tres piernas
Por Carlitro Andrews Mougñouz Kingz


Carlos dormía. De mala gana logró escapar de las sabanas y aún con mucosa ocular puso un pie afuera de la cama. Tuvo mala pata y, pese a no levantarse con el pie izquierdo ni con el derecho, dio un grito de dolor eléctrico que sirvió como despertador para toda su familia.
Extraño don le había dado Dios, dirán algunos. Sin embargo para él, era una maldición de la puta hada de la genética. Su miembro era del largo de su pierna.
En un comienzo los médicos observaban ecotomografias como un cuadro de Roberto Matta. Incluso, uno de ellos, preguntó a la madre si solía usar juguetes sexuales. Sin embargo, el dilema es o no es, sólo evaporó cuando Carlos nació, al bautizar su peculiaridad como el síndrome Trípode, convirtiéndose en el único caso vivo en el mundo que, de no haber sido por que los médicos temían una indemnización, lo hubiesen castrado por error al confundir su pirula con el cordón umbilical. La prensa fue discreta al mantener su anonimato, y su familia decidió quererlo como un hijo normal, guardando el secreto para evitar insistencias; de algún productor de cine porno, del Récord Guinness o de un circo.

De niño su vida fue complicada, partiendo por el hecho que no existían pañales tipo ballerina; la solución fue un pañal extra a la altura de su tobillo, para que no se pasara. Carlos creció al igual que sus problemas, y por comodidad guardaba el manguaco en su calcetín derecho. Sus piernas casi alvinas habían perdido 14 veranos y ninguno de sus compañeros comprendía ¿Por qué, Carlos se bañaba con pantalones después de Educación física? Que por cierto, era una clase muy triste para él. Hasta los gorditos podían jugar al arco, pero él, sólo podía trotar y mirar como los demás jugaban. Fue su decisión, claro, pero el jamás quiso que un compañero le propinara una patadon en su tibia derecha en lugar de darle al balón. Le dijeron marica, y para colmo terminó diciendo con voz de pito –¡Ay! es que ustedes no entienden–
No era de extrañar que su personalidad fuera otra deformidad, peor su relación cotidiana con mujeres, a quienes evitaba, exacerbando su libido reprimido. Sabía que una erección no era placer, sino dolor y vergüenza. Sin embargo, había logrado meterle el cuentito a sus amigas que sufría de dolores lumbares y calambres, permitiéndose encorvar a 90 grados y mitigar el dolor a la mitad, para irse cojeando mientras le bajaba la erección, evadiendo su mente cantando el himno nacional e imaginándose a su obeso profesor en pelota.
Pero hoy, cuando sus piernas ya han pasado 23 veranos sin conocer el sol, las cosas empeoraron. Se pisó la tula y grito al unísono con otro gemido, que no provenía del interior de su cabeza, sino de los confines de su ropa interior hasta el tobillo.
–¡Mierda! No te contentas con atrofiarme por la inactividad que ahora me pisas !Me aburrí! Desde ahora mando yo –dijo su tula roja enfurecida con la vena hinchada. Carlos embelesado no atinaba a nada– ¿Qué pasa, te comieron la lengua los ratones? Desde ahora no seré más tu amiguito, igual de macaveo que la víbora de tu celular, así que me escuchas o te cago la vida. La cabeza me va a estallar, llevo 25 años esperando, me han salido arrugas de lo viejo que estoy y no esperare hasta que me salgan canas para que te eches un polvo. Debería darte vergüenza. No me importa si es una virgen o una puta, basta que sea limpia; sino mete la cabeza en un water y dime que os parece. Tienes 24 horas para echarte un polvo o...
– ¿O qué, que me vas hacer?- interrumpió Carlos al tomarlo del pescuezo.
– Cuidaito cuidaito, o te juro que te cago la vida, mejor dicho, o te meo la vida al no retener nunca más tu esfínter. No te conviene tenerme amurrado, podría enojarme todo el día condenándote a vivir para siempre encorvado –. Amenazó el gusano con una mirada ciclopeica malévola, antes de caer flácido.
Carlos se baño, se vistió, guardo su pirula en su calcetín y salió de su casa. Diciéndose, que quizás todo fue un extraño sueño por su obligado celibato, algo así como tener Sinusitis de esperma.
La mañana estaba helada, y un calorcito inundó el calcetín como el ketchup en un cono de papas fritas.
–Eso, para que veas que esto no es una joda, te quedan 23 horas y 17 minutos –dijo el querubín con sonrisa burlona, de haberla tenido.
Carlos se cambió calcetines, encendió el auto y se fue a la Universidad. Sabía que no podía ser un sueño; ya que cuando uno sueña que mea se despierta en la cama mojado, y él no se había despertado, ni estaba en la cama.
Faltaban 8 horas para cumplirse el ultimátum. Por fin tenía el pretexto para ir a buscar a una puta en su fíat 2 puertas, una vez acompañado con la señorita se bajo los pantalones a medias y saco su manguera tiesa con dificultad, rompió el espejo retrovisor y la chica de los tacones huyó del auto gritando. Estaba jodido, sí a una experta en pene le daba un ataque de miedo, no había forma de cumplir con el plazo y el maldito polvo. Tampoco estaba dispuesto a perpetrar una violación y salir en el diario popular (La cuarta) con titular rojo "Ataca, la Anaconda violadora de Concepción"
Llegó a su casa decidido, enfrentaría al chino tuerto a calzón quitado. Saco algo del cajón, se bajo los pantalones, se sentó en una silla y el niño sobre la mesa.
–En este cuerpo, no hay lugar para dos cabezas pensantes –amenazó enseñándole un martillo.
–¡Ahí sí! Mira como lloro –se burló el bombero, al orinarle la cara.
Encolerizado, intentaba martillar en vano como quien trata de pinchar con un mondadientes un tallarín con salsa, sin duda no medía las consecuencias, y aún cegado por la furia tomó un machete carnicero. Con una mano sujetaba al enemigo, con la otra, dejó caer el cuchillo. Cortando su cólera, al aflojar sus dedos y escuchar el sonido del metal en el suelo. No podía matarlo. La idea de ser un travestí le daba nauseas. Entonces quiso hacerlo sufrir, lo estranguló y zamarreo con todas sus fuerzas. Hasta que el tuerto parlanchín derramó los sesos.
Así, Carlos diariamente consentía cumplir el ultimátum, y antes que el plazo se cumpliera, aplicaba el procedimiento lóbotomia pro alzheimer.


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Autor: Carlitro Andrews Mougñouz Kingz
Genero de la Obra: Cuento
E-Mail: carlitro350pajaritos@hotmail.com
Web: http://www.fotolog.com/carlitropajarito


Epitafio

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Epitafio
Por MarduK



-¿Podrías quedarte tranquilo?
-Lo siento profesor, pero esto no me gusta nada, la curiosidad que tengo es grande, pero mi miedo es más. Me quiero ir.
-No puedes, y sujeta el equipo con mas cuidado, que quiero que la señal llegue en perfectas condiciones al equipo de grabación en exterior.
-¿Y porque no conseguimos una cámara en vez de esta grabadora?
-Porque no podemos darnos el lujo de asustar a todo el mundo con los horrores que vamos a ver aquí, además los incitaríamos mas a que investiguen aquí si se supone que nosotros venimos a acabar con esto, lo malo es que no sé si volveremos... hay que tomar todas las medidas. ¿Supongo que trajiste las pilas de repuesto para las linternas?
-Si, pero como es eso de que no sabe si vamos a volver a salir o no, usted me prometio...
-Shht, silencio, ¿escuchaste eso Castillo?
-Si, y ahora si que me voy.
-No seas cobarde pudo haber sido un... que se yo, en todo caso podremos revisar la cinta en mi casa, pero ahora si quieres irte puedes ir solo en la oscuridad hacia la salida.
-Esta bien profesor... pero no se aleje de mi, voy a sacar mi arma.
-¿Cuál trajiste?
-Mi Calico 950 de 9 milímetros automática
-Buen arma, yo no cambio mi Colt Anaconda, aunque sea un simple revolver
-Mire profesor, parece un estante
-Es un estante, y mira que cantidad de libros, son bastante raros, y tiene las mismas inscripciones que el libro que traje de la biblioteca y me guío hasta aquí, es bastante rara, no logro entender ningún símbolo, parece tener muchos años, cientos, quizá miles...
-Todavía no se porque vino usted a investigar los cultos si pudo haber mandado a la policía, asi nos hubiéramos ahorrado venir aquí.
-Deja de hacer acotaciones estúpidas Castillo, típicas de un cobarde además, ¿Dónde esta tu curiosidad científica?
-Profesor
-¿Qué?
-Tengo miedo
-Yo no te obligue a venir
-No podía dejarlo solo en su investigación a los cultos de...
-No lo pronuncies, recuerda que estamos grabando.
-Perdón, se me había olvidado.
-Esta bien. Mira la cantidad de estatuillas, ten cuidado de no tocarlas ¿Oíste?
-Si profesor , ¿pero porque no lleva algunas de ellas para estudiarlas?
-Prefiero no tocarlas, mejor tratare de llevar algunas a la vuelta.
-No me diga que piensa seguir avanzando...
-Si... Pero mira esas colgantes con figuras aladas, por la posición de los brazos, juzgaría que allí ponían algo, lo más probable que antorchas para iluminar, a ver... alumbra aquí... eso... pero si te fijas no se ven rastros de humo en el techo, los grabados son impresionantemente antiguos; si llevara algunos a la universidad seria la envidia de todos los investigadores.
-Si, pero recuerde que usted mismo dijo que no había que tocar nada hasta que nos larguemos de aquí.
-Si... escuchaste eso.
-Si, ¿qué fue eso?
-Carga tu revolver.
-Pero profes...
-¡CARGA TU REVOLVER!
-¡Oh, dios mio! ¿Qué es eso?
-¡Oh, maldición! Son legiones. ¡Huye Castillo! ¡HUYE!
Ruido estrepitoso acompañado de sonidos guturales, luego silencio. Eso es todo lo que encontró la policía en la cinta del profesor Leonardo Santander y Rodrigo Castillo, estudiante de antropología y arqueología, según el fiscal Marcos Avello a cargo del caso, aun no se han encontrado rastro alguno del profesor y su alumno, solo se sabe que hace años que estudian cultos antiguos, arcanos, malditos y olvidados.
Diario El Informante, 1 de Noviembre de 1986


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Autor: MarduK
Genero de la Obra: Crónica
E-mail: hassasin_d@yahoo.es
Web: N/A

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